¿Cómo me doy cuenta si sufro de dependencia emocional?

En general, solemos creer que controlar lo que sentimos hacia personas, situaciones o cosas es fácil. Presumimos que podemos soltar y dejar ir a voluntad, creyendo que no debería afectarnos. Vivimos con ese concepto erróneo hasta que enfrentamos la pérdida de algo que amamos profundamente. En ese momento, sentimos que algo se quiebra en nuestro interior, que el alma se fractura, que la soledad y la oscuridad invaden nuestra vida. Percibimos el fin, la destrucción, la sensación de que la vida se detiene o carece de sentido. La verdad es que esos pensamientos distorsionados crean una realidad llamada codependencia emocional.

No es realista creer que la marcha de alguien de nuestra vida signifique el fin o el fracaso si no obedecemos sus deseos. A menudo, nos aferramos y sacrificamos mucho por miedo a contradecir a la persona, a perderla. Nos callamos cuando sus acciones nos lastiman y reprimimos nuestras emociones si difieren de las suyas. Constantemente sacrificamos nuestros valores por los suyos, nos humillamos y anulamos en el proceso. A pesar de todo esto, lo que damos nunca es suficiente para ellos, y nos destruye. A veces, no nos damos cuenta o nos negamos a verlo. Incluso si lo supiéramos, puede que sintamos que no podríamos cambiarlo, habiendo entregado nuestra vida y ser al control del otro.

La codependencia emocional se asemeja a una adicción, una dependencia enfermiza que nos impide funcionar independientemente. Nos apegamos tanto que perdemos nuestra identidad, nuestra capacidad de decidir sin depender de otros. Surge una inseguridad profunda que nos aterra soltar, decir adiós o incluso decir no. Nuestra autoestima sufre enormemente. Y a pesar de todo esto, nos preguntamos por qué no podemos dejar de amar. Esa no es una manifestación de amor real, es una relación basada en necesidades.

Decir "Te amo porque te necesito" difiere significativamente de "Te necesito porque te amo". La primera es meramente ocupacional: ¿amar a alguien solo porque nos satisface nuestras necesidades? Eso no es amor genuino. Es una relación de conveniencia, donde el amor se condiciona al dar lo que se requiere. La realidad es diferente.

Nadie es propiedad de nadie. Nadie está aquí para cumplir nuestras expectativas, como señaló el Dr. Fritz Perls. Somos seres individuales. Entramos y salimos de este mundo solos, sin llevarnos pertenencias. Entonces, ¿por qué nos apegamos tanto a personas y cosas si solo estamos de paso?

La dependencia se manifiesta en dos formas: instrumental y emocional. La primera busca apoyo social y lucha con la toma de decisiones; la segunda, más profunda, se caracteriza por demandas afectivas extremas y una sumisión a la pareja. Esta última lleva a intentar satisfacer necesidades emocionales de manera inapropiada con otras personas.

Las raíces de la dependencia emocional suelen vincularse a experiencias de la infancia y el desarrollo del apego. Las figuras primarias de cuidado se convierten en nuestras primeras "figuras de apego", moldeando nuestro entendimiento del afecto y la dependencia.

En resumen, la dependencia emocional es un fenómeno psicopatológico que genera una indefensión aprendida, causando dolor y sufrimiento. A pesar de ello, a menudo resulta difícil soltarla, y si se hace, se busca otra forma de apego por miedo a la soledad.

Te agradezco cualquier comentario acerca de esta columna y si crees necesitar acompañamiento psicológico profesional con respecto a este tema o conoces a alguien que lo necesite, envíame un Whatsapp.

Yo, como siempre te mando un abrazo.

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