Juan José Díaz

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¿Soy una esponja emocional?

Hay personas que, por naturaleza, son muy sensibles y otras que en ciertas circunstancias se vuelven altamente perceptivas y vulnerables. En ambos casos, se genera un efecto que las hace comportarse como “esponjas emocionales”, es decir, absorben fácilmente las emociones de su entorno.

Aunque ser una “esponja emocional” pueda proporcionar una ventaja debido a su alta capacidad de percepción, también puede llevar a una sobrecarga emocional. No es extraño que terminen sintiéndose extremadamente presionadas, con un estrés constante que resulta difícil de manejar.

Estas personas que son “esponjas emocionales” se sienten abrumadas con facilidad. Lo que en un momento puede ser una virtud, eventualmente se convierte en una carga. Desafortunadamente, es común que otros depositen en ellos su propia sobrecarga emocional debido a su empatía y receptividad.

Estas personas presentan ciertas características que facilitan su identificación. En general, tienen un alto nivel de receptividad hacia las situaciones emocionales individuales y del entorno grupal que les rodea.

¿Cómo puedes saber si eres una esponja emocional?

Las principales características de las esponjas emocionales son:

  • Son muy intuitivos.

  • No necesitan que nadie les diga cómo se sienten para darse cuenta si están bien o mal. Lo captan fácilmente.

  • Tienen una empatía excesiva.

  • No solo son capaces de ponerse en el lugar de otros, sino que además lo hacen de forma extrema, llegando a sentir como propias las emociones de los demás.

  • Se sienten responsables por el bienestar de los demás.

  • Creen que deben ayudar a otros cuando se encuentran mal y se disgustan consigo mismos si no lo hacen.

  • Buscan soluciones para los problemas ajenos.

  • Su excesiva empatía y apropiación del dolor ajeno los lleva a invertir buena parte de su tiempo en reflexionar sobre cómo resolver los problemas de otros.

  • Son sobrepasados por las emociones de otros.

  • Para ellos es difícil sentirse bien si conocen el sufrimiento de otro. Literalmente, se apropian de esas emociones negativas.

  • Atraen a personas tóxicas.

  • Es fácil que terminen rodeados de personas llenas de problemas o que buscan explotar emocionalmente a los demás.

  • Priorizan a los demás.

  • Actúan como si existiera un mandato que los lleva a descuidar su propio bienestar en función del bienestar de otros.

Las personas “esponjas emocionales” pueden dañarse a sí mismas debido a su alta sensibilidad, empatía y solidaridad. Es probable que desde pequeños se hayan acostumbrado a cargar con los problemas de otros, incluso con las cargas de sus propios padres. Se les exige comprender y ayudar simplemente porque tienen la facilidad y la disposición para hacerlo.

Lo grave es que, sin darse cuenta, terminan olvidándose de sí mismos.

La extrema sensibilidad y la enorme empatía les lleva a adoptar la función de “reguladores emocionales”. El costo de esto puede ser muy alto, ya que pueden llegar a un punto en el que se vuelvan invisibles para sí mismos, convirtiéndose en víctimas potenciales de abusos emocionales por parte de otras personas.

Una persona con alta sensibilidad puede llegar a perder su identidad debido a la gran influencia que ejercen otros en sus emociones.

¿Cómo puedes dejar de ser una esponja emocional?

En primer lugar, una persona “esponja emocional” puede tomar conciencia de su susceptibilidad a comportamientos tóxicos. Después, es necesario aprender a gestionar el sentimiento de culpa, procesándolo para evitar que controle sus acciones.

Como parte de la solución, es importante valorar los propios sentimientos y emociones para establecer límites cuando sea necesario.

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Como siempre, te envío un abrazo.

Juan José Díaz