Juan José Díaz

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¿Me preocupo demasiado? 4 características de las personas que se preocupan demasiado.

Las preocupaciones son parte inherente de la vida. De hecho, son un mecanismo que nos ayuda a desarrollarnos como especie, sin el cual nuestra vida sería muy diferente.

Imagina llevar a tu hijo de 5 años al parque y, de repente, no poder encontrarlo. Si esto no te preocupara, seguramente no lo buscarías.

Imagina despertarte un día y descubrir que no puedes ver por un ojo, pero tampoco sentir preocupación. Posiblemente, tampoco buscarías atención médica para averiguar qué está pasando.

Si no nos preocupáramos, nuestra sociedad, nuestras relaciones y nuestra manera de enfrentar las dificultades serían muy diferentes. La preocupación es parte del proceso de resolución de problemas.

Pero, ¿cuándo la preocupación se convierte en EL problema?

En muchas ocasiones, estas preocupaciones no son operativas; es decir, no nos ayudan a resolver problemas, sino que se convierten en un problema en sí mismas.

Desde la perspectiva de la psicología, el estado de preocupación se define como un estado de ánimo orientado hacia el futuro en el que estamos dispuestos o preparados para afrontar eventos negativos venideros. Esto genera un estado emocional negativo, alta activación fisiológica y la sensación de que todo está fuera de control. En el estado de preocupación, la atención se enfoca en estímulos que pueden interpretarse como amenazas.

¿Cuáles son las características de este estado?

1. Está orientado hacia el futuro, anticipando eventos negativos y haciendo proyecciones catastróficas.

2. Genera un estado emocional negativo con alta activación fisiológica, manifestándose como inquietud.

3. Produce una sensación de pérdida de control, creyendo que no se podrán contener las consecuencias negativas.

4. La atención se centra en estímulos relacionados con la amenaza, buscando "señales" que confirmen la realidad de la amenaza anticipada.

Como mencioné anteriormente, preocuparse es un proceso natural en la resolución de problemas, pero no todas las personas lo experimentan de la misma manera ni experimentan el mismo malestar.

¿Te preocupa demasiado? Comprueba si tienes estas cuatro características.

1. Posees habilidades para resolver problemas y buscar soluciones, pero te resulta difícil implementarlas.

Las personas que se preocupan en exceso tienen una notable capacidad para analizar problemas y encontrar soluciones, pero les cuesta ponerlas en práctica. Centran su atención en los problemas y dan vueltas a sus soluciones en la mente. A diferencia de aquellos con atención centrada en la solución, que analizan el problema, evalúan las soluciones y actúan.

2. No toleras la incertidumbre y interpretas estímulos ambiguos como negativos, dando paso a pensamientos catastróficos.

Muchas situaciones son ambiguas y pueden interpretarse de varias formas. Las personas preocupadas tienden a interpretarlas de manera catastrófica.

Por ejemplo, si tu jefe te llama a su oficina, una situación ambigua, podrías interpretarla de manera negativa anticipando críticas o despido, aunque la realidad sea desconocida.

Vivir constantemente en alerta por situaciones ambiguas agota emocional y psicológicamente.

3. Equiparas el valor entre consecuencias probables e improbables.

Existe una confusión entre lo posible y lo probable. Si bien todo es posible, no todo tiene la misma probabilidad. Quienes se preocupan en exceso tienden a asignar la misma probabilidad a posibilidades probables e improbables.

Por ejemplo, es posible ser atropellado al cruzar una calle, pero tomas precauciones para evitarlo, reduciendo la probabilidad de que ocurra.

4. Tienes una percepción distorsionada de tu capacidad para controlar problemas.

Se dividen los problemas entre aquellos que podemos controlar y los que no. Quienes se preocupan en exceso tienden a creer que pueden controlar situaciones sobre las cuales tienen poca o ninguna influencia.

Por ejemplo, preocuparse por caer bien a los demás sin considerar que la percepción ajena depende de valores y juicios individuales.

Cuando aprendemos a controlar estas preocupaciones, nuestra ansiedad disminuye, permitiéndonos invertir energía en actividades positivas.

Si te identificas con estas características y pasas mucho tiempo preocupándote, podría ser un buen momento para aprender a controlarlas.

Si tienes comentarios o estás interesado en iniciar un proceso de terapia para desarrollar tu resiliencia, envíame un mensaje de WhatsApp al 6671313403.

Juan José Díaz

Psicólogo y Psicoterapeuta

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